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30 abril, 2013

EL PALMA, cuento de Marianela Puebla

por chilemexico

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EL PALMA

 

 

Te encuentras en un estado lamentable y todo por testarudo.

Todavía recuerdas a Eduardo, tu hermano, cuando te dijo que no fueras a ese rancho, que estaba maldito, pero tú ni caso le hiciste, ya tenías la mente programada, irías  de todas maneras con Juan Carlos y Pablo.

Estaban de vacaciones, cada día debería ser una nueva aventura, por eso concebiste esa idea, cuando Palma, el pordiosero y loco del pueblo, enfadado con ustedes tres,  les apostó a encontrarlo esa noche en el rancho abandonado.

Te reíste de él, y le respondiste sin consultar a tus amigos que sí, que no le temían a nada, que allá lo encontrarían. Cuando el hombre se fue, miraste el rostro de tus amigos, ellos ya no reían, permanecían lívidos, y una vez que salieron de su estupor, te reprocharon la osadía ridícula de involucrarlos en esa extraña aventura, mientras a lo lejos el Palma, lanzaba  risotadas e improperios volteándose varias veces  a mirarlos y les apuntaba con un palo.

Todos los días el Palma, (así le llamaban) bajaba al pueblo cargando una bolsa negra con sus pertenencias, un peso que lo hacía caminar con dificultad, además de tener un  pie torcido que le  menguaba  la marcha, producto de una quebradura mal tratada. El hombre recorría las calles riendo, otras veces hablando en voz alta y discutiendo con personajes de su imaginación que lo perseguían por doquiera. Y para más, ese día tuvo el encuentro con ustedes y se agregaron a su lista de personas que lo hacían  vociferar a diestra y siniestra.

Ustedes gozaban contestando cada grosería del pordiosero, hasta que Miguel, el policía, les espetó duramente un sermón, sin embargo,  te atreviste a desafiarlo. En tu mundo de adolescente todo era divertido, hasta esa noche.

Mucho antes de la hora citada, colocaste en tu mochila una linterna y algunas otras cosas que creíste podrían servir. Cerca de la medianoche escapaste por la ventana de tu cuarto mientras tus padres dormían. Cruzaste el parque Juárez que lucía solitario rodeado de sombras que reptaban el suelo cada vez que la brisa movía los  frondosos árboles. En lo alto la luna con su media cara, iluminaba tus pasos jugueteando por entre las ramas. Las lechuzas te seguían con sus ojillos rodeados por grandes círculos radiales de plumas  y de vez en cuando lanzaban  sonidos que parecían seseos. Pronto llegaste al barrio de la Normal y avanzaste decidido hasta llegar a la calle Vasconcelos  número catorce, suavemente golpeaste la ventana del cuarto de Juan Carlos y éste salió a tu encuentro sigiloso portando una mochila parecida a la tuya. En el  diecisiete  de la misma calle silbaron la señal acordada y Pablo escapó  cuidadosamente de  casa de su hermana  Ibis, en donde pasaba sus vacaciones.

Tenían dos días de diversión; el Día de los Muertos y el de Todos los Santos. El primer día lo pasaron en el centro, visitando  altares muy llamativos y tumbas construidas en la plaza principal, comieron pan de muerto y  tomaron chocolate caliente que el Ayuntamiento ofrecía a todo el que pasaba por allí. Compraste unas calaveritas de azúcar y tuviste que acompañar a la abuela al panteón a pesar de que no te gustaba ese lugar. El segundo  día ha sido muy diferente, lo has pasado en cama.

En la tarde del Día de los Muertos, tuvieron el incidente con el Palma, y la decisión de ir a su encuentro a la medianoche. Una vez reunidos, ordenaste con voz imperativa que era hora de irse, los otros dos te miraron sorprendidos. ¡Cállate güey  o vas a despertar a los vecinos!

 

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3 abril, 2013

APARIENCIAS, poema de Marianela Puebla

por chilemexico

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APARIENCIAS

Vivimos de apariencias cada día que pasa.

Se ha hecho una mala costumbre, difícil de conllevar.

Fingir, algo que no lo es, un sentimiento que no se tiene,

palabras que suenan huecas y llenan la boca

de inútiles y desagradables mentiras.

Apariencias que engañan al pasar tantas veces

adoptando aspavientos, posturas que no sincronizan con nuestros hábitos,

frases soeces que dejan un rastro de incredulidad.

Alas rotas se elevan escondiendo  grietas,

espasmos, vicisitudes tenebrosas que nadie debe observar.

Apariencias te rodean como una piel sobre tu piel,

no te dejan respirar,

sentir  que el aire engañoso entra por tus poros

y el resentimiento se viste con su mejor postura.

Un universo programado se agiganta avasallando principios y virtudes.

Un espejismo nos rodea mostrando un planeta ficticio

en donde se  esconden situaciones  que no queremos admitir.

El espejo sólo refleja imparcial, la cara oculta, la realidad desnuda,

desvalida, sin protección ante la mirada escrutadora del vulgo.

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23 febrero, 2013

Flamas en un catorce de febrero

por chilemexico

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FLAMAS EN UN CATORCE DE FEBRERO

 Por Marianela Puebla

El  viento sopla endemoniado la lengua ardiente

y la esparce como semilla  enfurecida por  cimas y laderas abajo.

Flamas en libertad cruzan la carretera Santos Ossa,

los cerros de Valparaíso impotentes, arden en un festival no programado

con bocanadas de espeso y negro humo,

volutas que tiñen el horizonte con pinceladas de miseria y ruina.

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7 febrero, 2013

Poema «En el umbral del páramo», de Marianela Puebla.

por chilemexico

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EN EL UMBRAL DEL PÁRAMO

 

 

Dónde se extravió tu paso, Juan Preciado?

La canícula de agosto cayó sobre Comala emblanquecida

y abrió las fauces del infierno para ti.

Tú llevabas esa tierra caliente pegada a la piel

y desde antes de nacer tu  madre miraba por tus ojos.

Dolores Preciado acortó  las banquetas del cielo

para  guiar tus pasos,

ahora estás allí, entre las sombras de otros tiempos

y los zopilotes  esperando tus despojos.

 

¿Por qué ese afán de encontrar lo perdido?

¿Qué hechizo mezcló el pasado y el presente,

dónde está la realidad escondida?

Juan, no dejes que la vieja Eduviges

te acune entre sus brazos carcomidos.

Todo es tan incierto, tan infinitamente extraño,

pero tú te adentras en un mundo inexistente.

Un pueblo olvidado te recibió

con su vientre de polvo y sepulturas.

Mas, era tarde, tu madre marcó ese designio

y tenías  que seguir.

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13 enero, 2013

EN BUSCA DE TU ALIENTO, poema de Marianela Puebla

por chilemexico

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EN BUSCA DE TU ALIENTO

Por Marianela Puebla

Voy  tras tus pasos perdidos en los intersticios del silencio.

Sólo me guía el afán de encontrar esas huellas imprecisas,

escarbando  la tierra que aún respira tu presencia.

Buscó con delirio la señal de tu cercanía en el horizonte

y me detengo sobre la senda sombría de mi pena

ensimismada en la tibieza de tu piel en rebeldía.

Sé que es tarde para encender la flama de la esperanza,

las nubes llorosas se deslizan  oblicuas en mi cara

quieren consolar, darme el beso del olvido,

indicar otro  rumbo a mis agotados pasos.

Céfiro me empuja, murmura  palabras secretas,

que se agolpan en mis sentimientos

y deja caer su mensaje contristado

sobres mis atormentadas noches de insomnio perenne,

con sus manos aladas envuelve mis lamentos

y los desparrama a los cuatro confines.

 

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