Archive for enero, 2013

26 enero, 2013

La Otra FIL o el espíritu de la unión

por chilemexico

 

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Por Reyna Hernández Haro

El libro es el canal a través del cual nos llegan las palabras de aquel otro, quien nos habla a la distancia o en tiempos diferidos. El libro tiene la ventaja de llevarnos a lugares insospechados, a mundos alternos y abrirnos las puertas del conocimiento. El libro es también objeto de mercado, de venta, pues en ello va la labor de: libreros, editores, autores, impresores y personas dedicadas al ramo papelero. Cada año, Guadalajara toma mayor visibilidad en el mundo de las letras gracias a los eventos simultáneos que se dan entre la última semana de noviembre y la primera de diciembre.

La Otra FIL, surge como un espacio alternativo para la expresión artística en Jalisco y sus alrededores, conforma redes de apoyo en pro de la cultura y permite un ambiente en el que confluyen música, arte gráfica y literatura. Este año se programaron alrededor de 80 eventos durante los 10 días que duró. La característica de esta Otra FIL es ser itinerante, los organizadores están convencidos de que la cultura se genera no sólo en Guadalajara sino en todos lados. Gabriela Juárez, quien dirige este festival cultural, ha liderado estas actividades acercando el arte a aquellas comunidades donde no llega de manera regular.

La Agrupación Cultural Puerta Abierta Chile-México (ACPA) fue partícipe de este festejo artístico. El sábado 24 de noviembre nos citábamos en Tlaquepaque, en el Centro Cultural El Refugio para presentar los poemarios de Manuel Jofré, Balas perdidas (2011) y Yo no soy quien (2012), contando además con la presencia de Theodoro Elssaca quien habló de las particularidades poéticas de la última publicación del también catedrático de la Universidad de Chile. Está de más comentar que el momento fue especial para todos los asistentes, quienes acogieron con los brazos abiertos a los chilenos recién llegados.

 

 

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18 enero, 2013

YO NO LO SED, DESIERTO…*

por chilemexico

*Título tomado de un verso del poeta Felipe Varela

Pero soy de la patria del agua y tengo sed;

pero soy del lugar a donde el sol bajó a hacer su casa

para que savia hubiera y sed tenemos.

Yo no lo sed.

Pero soy de donde el hambre, la muerte,

el guiño artero de la desesperanza.

Yo no lo sed…

Pero sí lo sed, hasta la última célula de mi estremecimiento.

Yo no lo sed, desierto, pero yo sí la sed y la maldigo,

sobre prestigios literarios pagados con el hambre,

sobre el puesto político ascendido sin pudores,

desde el saqueo, desde la raíz de barro y calcio de mis muertos.

En sólo tres golpes de dados se comieron a mi tierra.

¿Cuántos millones cuestan los críticos políticos y literarios

para que desde el mundo digan que eres Dios?

Dime cuánto tzotzil, dime cuánto tzeltal… …Yo… …desierto…

Al centro Roberto López Moreno, a la izquierda el poeta Alejandro Zenteno y a la derecha el poeta Estuardo H. Rendón, fundadores del Movimiento Poético Laconista.

Al centro Roberto López Moreno, a la izquierda el poeta Alejandro Zenteno y a la derecha el poeta Estuardo H. Rendón, fundadores del Movimiento Poético Laconista.

Roberto López Moreno.

18 enero, 2013

LA MUJER NAGUAL

por chilemexico

Luminoso capullo dotado

de incalculables virtudes,

eres el alma gemela

del único faro guiador.

La ensoñación y el acecho

florecen en ti, tú que esperas

apacible la apertura del atardecer,

impregnada con la magia

y el holocausto del sol.

Y aquí está, el rubor del ocaso

bañado de risas sonoras

con entes de lo eterno

que visitan la tarde

para que el ritual inicie su jornada.

Experta mujer en el arte

que desaparece la forma humana.

Piedra angular de la gran Teotihuacán,

ciudad por excelencia de los dioses.

Maestra sublime en el dominio

de los siete principios

y las tres misteriosas reglas,

atributos necesarios

en el camino del guerrero.

Entonas con claridad precisa

el obligado punto de encaje

en la casa donde se alinean

las emanaciones internas.

La eternidad se encuentra

pasando el umbral

de las líneas paralelas,

donde el águila tolteca

se alimenta del dulce sabor

que expide la conciencia humana,

residencia obligada de los

emancipados seres luminosos

que han descubierto con mérito,

el árbol de la inmortalidad.

Allí se complace la belleza

de la flamante Mujer Nagual,

en medio del espíritu

insondable del multiverso.

Recapitulación, es la esencia

del recuerdo de los mundos

y vivencias que el cuerpo

humano debe tener.

Es la participación en el gran salto

que la razón no acepta

y la fantasía promueve

como su única verdad,

porque el conocimiento allí está

pero sólo para aquellos, los diestros en reconocerlo.

Así es el poder que engendra la cognición:

absoluto, cruel y fabuloso.

Sólo él decide y elige

las reglas obligatorias del camino.

El poder indica al cazador

cuidarse de la presa misma

y lo inicia en la senda

del doloroso y vasto conocimiento,

que despertará el fuego interno

adormecido dentro de la conciencia.

La impecabilidad de la guerrera nagual

ha llegado a su meta.

Paró el mundo con el silencio

de su razón, y de igual forma,

no desconoce las reglas del acecho.

Ha depurado con elegancia

los hábitos del diario vivir,

y de su forma humana,

sólo queda un vago recuerdo.

Su viaje a Ixtlán la liberó

de las cargas del tonal,

y el don del águila

la ha devorado sin ambages,

hasta el fondo mismo e incognoscible

de la inmortalidad.

Así es la quimérica Mujer Nagual:

frágil como la rosa encarnad

que creció junto a las espinas

y las diminutas hojas de la excelsa acacia,

nacida con reverencia

sobre la tumba del tirio Hiram.

De igual manera, es fuerte como la roca,

dulce, suave y eterna

joe

 

como el majestuoso vuelo del águila real.

 

 

José Santana Prado (México). Escritor. Ha colaborado para cinco periódicos de México y tres de Canadá. Fue Vicepresidente de la Agrupación de Poetas Itinerantes Rubén Darío de Valparaíso. 

18 enero, 2013

Presentación en la FIL de Guadalajara del poemario Maldito Paraíso de Rosa Emilia del Pilar Alcayaga Toro.

por chilemexico

DSCF0989 DSC01723 DSC01733La Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012 tuvo como invitado a Chile, acercando parte de su cultura, música y Literatura a una Ciudad que sin lugar a dudas cuenta con una gran empatía por su gente; muchas fueron las manifestaciones que demostraron la calidad y calidez de los artistas chilenos, y dentro de estas muestras de talento se encuentra Rosa Alcayaga, poeta, periodista y profesora, quien presentó Maldito Paraíso, su más reciente poemario.

Fueron Reyna Hernández Haro y Sheyla Preve, en ausencia de la autora, quienes el 02 de Diciembre en el Salón A del área internacional de la FIL, nos hablaron de un poemario que parte de una realidad dura, como lo es la violencia y que en palabras de Reyna Hernández podemos entender como “la confrontación entre el bien y el mal, inherente a la condición humana. Entre la belleza dionisiaca del espacio poético y la brutalidad transgresora de quienes vivimos ahí por un momento”.

Maldito Paraíso se sitúa desde una voz femenina potente que nos habla del sentimiento más interno e íntimo hasta el más social y público. Está Dividido en cuatro secciones (agua, aire, tierra y fuego) a las que Sheyla Preve se refirió de la siguiente manera:

“Conforme avancé por “Aire” –la primera sección de la antología- comprendí que la mujer tiene muy pocas cosas que agradecerle al Dios creado por los hombres, a través de la pluma de Rosa Alcayaga leemos la protesta ante la infinidad de diferencias y subordinaciones impuestas a la mujer por el simple hecho de serlo. No pude evitar preguntarme ¿Por qué los hombres se sienten tan amenazados por la mujer?”

“Al leer “Agua” me estremecí, el presentimiento de lo que me espera. A cada página mis resistencias y dolores personales han intentado brotar, por eso me he refugiado en la soberbia, esa vieja acompañante de mis soledades, sin duda la coraza contra las emociones femeninas. Me encontré entonces con “Ese Pueblo Maldito”, aquel que visitas en caso de ser una mujer suicida o un hombre feminicida, mi divinidad femenina interna se desgarra un poco más, esta herida permanece abierta en la piel de México y sus mexicanas que tantas hermanas han perdido en Juárez. Y comprendo que la solidaridad de sabernos mujeres es lo que le dio a la voz de Rosa Emilia la fuerza para hablar desde tan lejos acerca de lo que sucede en Ciudad Juárez. Ahora sí, me encontré de frente con las atrocidades, todos los tipos de violencia iban desplegándose frente a mis ojos conforme navegaban esas oscuras aguas del paraíso maldito de la misoginia.”

“Todavía me hacía falta recorrer sus tierras y arder en sus llamas, no quería continuar con los últimos dos capítulos, tenía la mente agotada y el corazón dolido; pero sabía que no podía hacer eso, debía llegar hasta el final, era lo menos que podía hacer para honrar a las mujeres que antes y durante mi tiempo sufrieron a causa del machismo, puse entonces mis pies en la tierra y mi cabeza volvió a subir a las nubes de la soberbia.”

“Las llamas violentas del fuego me enfrentaron con la máxima manifestación de violencia, los pueblos levantados en armas, las guerras y guerrillas, los asesinatos e intentos infinitos de terminar con la divinidad femenina, las campañas publicitarias enfocadas a controlar masas y convertir a la mujer en un objeto adquirible, observé vidas demolidas y símbolos que antes significaron paz ahora destruidos. Para cerrar con la terrible o maravillosa noticia de que Dios finalmente había muerto. Sí, hasta la muerte de Dios es ahora un suceso de vanguardia, una noticia masiva que nos lleva a concluir que efectivamente el mundo ha llegado a su fin.”

Maldito paraíso, en palabras de Reyna Hernández, es producto de la observación aguda y minuciosa de lo que acontece. La autora evidencia ese proceso de investigación seguido para articular cada uno de sus poemas, que a pesar de su dureza crea el anhelo de que la humanidad encuentre la manera de llegar a la armonía que nos lleve a un mundo distinto en el que hombre y mujer seamos capaces de convivir y crecer en familias regidas por el respeto al ser humano, sin importar sexo, raza o ninguna diferencia física, mental o espiritual que exista entre unos y otros.

15 enero, 2013

TEMUCO, cuento de Marco Aurelio Larios

por chilemexico

puertaabierta

TEMUCO

(publicado en antología «De Moctezuma a Los Andes»)

Lucila

No había querido esperar en Punta Arenas, y con el temperamento tenaz que se le marcaba en sus treinta años cumplidos, se subió a un pequeño barco pesquero para abandonar por siempre la región Antártica. Salir de los escollos de islas que franquean el Estrecho de Magallanes rumbo al norte. “A lo menos sur del sur”, pensó en su patria confinada en la tierra del fin del mundo, olvidada por Dios y los hombres. No estaba satisfecha de haber obtenido el título honorífico de Profesora de la Lengua Castellana, por el entonces ministro de Educación, pues no sabía si la honraba o la despreciaba. Cierto, apostaba por su vocación de maestra de niños pero en la Escuela Normal de su ciudad natal Vicuña, en la parte norte del país, no la habían admitido porque las ideas en sus escritos eran “sin presencia de Dios y rebeldes socialmente”. Ella se justificaba: escribía para ordenar su pensamiento y decir lo que, por su condición de mujer, debía callar. Convalidó sus conocimientos a los veintiún años en la capital por su experiencia como maestra rural, empeñada en alfabetizar a niños y adultos, pero sus colegas la ningunearon. Por eso, no tuvo temor de esos hombres ferales que viven peleando la vida a las aguas gélidas del mar pacífico, el que poco lo es en esos lares. Habló con el capitán de la tripulación y saltó a cubierta ante la mirada lujuriosa de esos pescadores brutos, incultos, que la vieron de los pies hasta la cintura para intuir sus formas de hembra plena, cubierta de faldas y abrigo, y de zapatos cerrados, sin el encanto de las mujeres de Santiago: no afeites, no fragancias, no vestidos bonitos ni provocadores aderezos. “¡Jamás!”, ella no era así. Finalmente, ser directora del Liceo de Niñas en aquel confín más le parecía castigo que premio. Terminó por sostenerle la mirada al más torvo de los pescadores y le amansó sus deseos. Lo importante era llegar rápido a Temuco, “Tierra Firme, según Colón, el descubridor de lo que ya existía sin él”.

El barco pesquero se acercó a la playa frente a la desembocadura del río Saavedra y el torvo pescador la llevó, humilde, hasta que la lancha tocó arena. Ella no descendió sin estar segura de que no pisaría la mínima agua del mar. Aceptó la mano tosca y firme, y permitió que viera más allá de su zapato: una gruesa media de algodón que figuraba su pantorrilla. Cuando balbuceó unas palabras de despedida, ella le dio un papel. Le había escrito algunos versos que recordaba de memoria de su poema “Muerte del mar”: Se murió el mar una noche, de una orilla a otra orilla / Los pescadores bajamos a la costa envilecida / … el mar nunca fue nuestro / Talassa, viejo Talassa, … si fuimos abandonados, llámanos a donde existas. Y le extendió su mano ya sin guante para agradecerle. La playa lucía sola y sin caminos para avanzar. Ella se fue sin volver la vista al hombre y a su mar, con la esperanza de hallar pronto un guía que la condujera a Temuco. Pensó: “Debí enseñar a ese hombre a leer antes de darle ese papel”. Amanecía y a lo lejos se divisaba el caserío de Puerto Esperanza, nada más cruzando el río.

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