Gracias al envío de Clara del Carmen Guillén, podemos compartir en este espacio parte del homenaje a Hugo J. Suárez Domínguez. Un evento sencillo, pero muy emotivo al cual asistieron sus familiares y amigos.
Se develó una placa otorgada por sus compañeros de generación egresados de la Escuela Normal Mactumactzá, de donde egresó en 1971, además de comentar respecto a las publicaciones que se hicieron de sus poemas en un boletín de la Casa de la Cultura de Bochil (desde 1991), se habló en extenso de su obra, de sus cualidades humanas, y se invitó a los asistentes a leer sus libros, los cuales sin duda seguirán dejando una huella imborrable de belleza, sencillez y humanismo puro en el alma de todos los lectores.
Añadimos aquí, además de las imágenes. un texto de María Eugenia Díaz de la Cruz y otro de Amanda Espejo, ambos leídos en esta sensible ocasión.
HOMENAJE A HUGO SUÁREZ
PALABRAS QUE VUELAN CON EL VIENTO
Por María Eugenia Díaz de la Cruz
Conocí a Hugo cuando presenté un libro colectivo de la Asociación de Escritores y Poetas de Chiapas a la que él pertenecía, en ese entonces serio con su gesto adusto no era fácil de complacer, literariamente hablando. Yo que lo sabía dije para mis adentros “después de que me lea, hablamos”. Y así fue: A Hugo le entré por la mente, no por el corazón.
Una admiración mutua nos unió hasta el último momento y nos llevó a compartir literariamente secretos develados entre las líneas de Sabines, de Rosario Castellanos, de Sor Juana Inés de la Cruz. Y es que con Hugo trabajamos juntos en varios proyectos. Por ejemplo su trabajo en colaboración de la revista Canto sin fronteras que editó el Grupo Literario Décima Musa a través de varias instituciones, aparece publicado en el primer volumen dedicado a Rosario Castellanos, también colaboró con nosotras en los homenajes y participaciones varias en diversos foros, siempre atento, siempre dispuesto al apoyo. Jamás una palabra grosera salió de su boca. Si algo no le gustaba, buscaba la manera de expresarlo con ese lenguaje tan vasto que sólo él podía manejar: certero y contundente, pero sin herir a nadie.
Jamás olvidaré las palabras que le dedicó a mi poemario Caudal de silencios cuando éste se presentó en la Unicach y en el Cocytech. Fue un honor para mí que lo considerara valioso. Recuerdo me dijo: “María Eugenia, te recuerdo que la música se hace de sonidos y silencios, y de tu libro entono este trozo musical: ‘Y cuando plancho las horas/ con esperanzas muertas/ barro lágrimas/ en poemas tristes’”.